Este septiembre volvemos a hacer un retiro, con la novedad que a partir de ahora los llamaremos jornadas de Ecología, Conciencia y Activismo, ya que engloba más todo lo que hacemos en ellos.
En las jornadas hacemos un trabajo vivencial para tomar conciencia, empoderarnos y tejer red. Es una actividad con plazas limitadas y a donativo anónimo.
Hay también la posibilidad de voluntariado antes o después del retiro.
Que la situación actual supone un cambio en la sociedad, todo el mundo lo tiene asumido. Lo que no veo tan claro es la imagen que muchos tienen de este cambio y cuantos, tan pronto salgamos, volverán a buscar el mismo enfoque orientado al beneficio económico ... También me pregunto cuánta gente pensaba que vivíamos en una sociedad ideal a la que no le hacía falta ningún cambio ...
Para los que hemos viajado y vivido en otras culturas y países y hemos tenido el regalo de ver nuestra cultura desde fuera, la imagen que muchos tienen de país avanzado o primer mundo nos queda seriamente cuestionada. Claro, para autodenominarnos avanzados, lo medimos con criterios económicos y tecnológicos.
La duda que me planteo es que si lo midiéramos por cómo valoramos los cuidados, tanto a los débiles como a los desfavorecidos, como al planeta y a los ecosistemas, por cómo acogemos, integramos y aprendemos de otras culturas, si valoráramos por cómo nos relacionamos con los vecinos y nuestras habilidades para cooperar en vez de para competir, quizás nos encontraríamos con una sorpresa y nos daríamos cuenta de que en muchos aspectos estamos en el tercer mundo y que en estos aspectos, una tribu de la selva es mucho más avanzada que nosotros.
Se da la paradoja que también vivimos en el tercer mundo en humildad y difícilmente la sociedad está suficientemente madura como para aceptar que somos menos y que podemos aprender mucho de aquellas personas que dejamos ahogar en el mar. Sí, en humanidad también estamos en el tercer mundo, este que tiene los recursos para acabar con el hambre pero no sólo deja que todavía haya gente en el planeta que muera de hambre, sino que explota y expolia los recursos naturales de los países mal llamados «pobres».
Y estos criterios simplemente económicos / tecnológicos para valorar nuestro entorno ahora se vuelven en nuestra contra. Es un cuchillo de doble filo. Si seguimos manteniendo esta visión, el panorama que nos encontraremos en nuestra sociedad posterior al confinamiento pinta ya desolador ...
Es pero una oportunidad para cambiar el criterio con el que medimos la sociedad y nuestra propia vida. Estamos en una sociedad que vive de espaldas a la muerte, cuando afrontar la muerte nos ayuda a poner el valor real a las cosas. Las cosas más importantes en la vida no se miden con dinero, no hay que esperar a tener el aliento de la muerte en la nuca para pensarlo. Estamos en una sociedad donde se busca la felicidad en el consumo, poniendo la esperanza de ser más feliz en el comprar o el consumir, cuando en realidad esto nos ha llevado a una infelicidad constante y a destruir el planeta en un consumo excesivo, abusivo y desmedido. Estamos en una sociedad donde lo que interesa es tener consumidores y mano de obra para producir, no personas con criterio, maduras y conscientes .... ¿Es tan difícil ver que no se trata de tener más sino de ser mejor? Para ser buena persona, no hace falta dinero sino humildad y muchas otras cosas donde el dinero pintan poco..
Si algo podemos aprender de esta situación es que podemos vivir con menos, y que hay muchas cosas que podemos hacer en las que no intervienen el dinero y que nos aportan mucho.
Si cambiamos los criterios con que medimos nuestra vida, podemos salir de esta ricos y continuar ricos durante lo que nos queda de vida:
Ricos en relaciones con otras personas, en crecimiento y conocimiento personal, en habilidades culinarias, en cooperar y ayudarnos, en amigos de calidad ....
Ricos en tener una naturaleza menos contaminada, más fértil y con más biodiversidad. Esta primavera es la más fértil que recuerdo.
Ricos en saber autoabastecernos, cultivar, reparar, y en vivir de una manera más sencilla.
Ricos en saber utilizar el tiempo de otro modo, en encontrar la felicidad en la actitud, no en los objetos.
Ricos en conversaciones más profundas, en menos superficialidad, en saber escuchar a los demás, en humildad, sabiduría y madurez.
Ricos en dejar un planeta mejor que el que hemos encontrado, en sentir la satisfacción de hacer lo que aporta a los demás y a nosotros mismos.
Ricos en saber que la mejor riqueza es tener un entorno de amigos y gente a la que amas y te aman.
Ricos en dar un sentido a la vida y saber que cuando encaremos la muerte lo haremos tranquilamente, con una sonrisa y teniendo la certeza de que nuestra estancia en este mundo nos ha aportado y hemos aportado, que hemos utilizado el tiempo para nutrirnos y a la vez aportar en positivo por donde hemos pasado.
Dejemos que los pobres sean aquellos que acumulan dinero y dedican todo su tiempo a acumular más porque el criterio que marca sus vidas es el beneficio económico ... En cierto modo me entristece pensar que tal vez en los últimos momentos de su vida se darán cuenta que todo lo que han acumulado en dinero o pertenencias no les sirve de nada porque la vida se mide en tiempo y en lo que le hemos puesto el tiempo, y su tiempo lo han dedicado a venderlo a cambio de dinero ...
Me viene a la cabeza lo que decía Galeano: «Pobres, lo que se dice pobres, son aquellos que no saben que son pobres.»
Autor del artículo: Pere Vidal - increiblesostenible.org
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