La otra violencia vallense

Coche de la policia local de Valls en llamas

Llevamos unos días en los que la violencia y los actos delictivos en Valls son noticia día sí, día también.

El enfoque de seguridad mediante presión policial y cámaras no ha solucionado, como era de prever, unos problemas que vienen de muy atrás, y que deberían haberse enfocado desde en un principio desde la vertiente social y de prevención. Sobre esta violencia ya hay mucha gente hablando de ella, y no es ésta de la que quiero hablar. Yo quiero hablar de la violencia que ejerce la parte de la población que no vive en la pobreza ni necesita ir a servicios sociales para llegar a final de mes. La parte de la población que no vive en la marginalidad y a la que se le supone un nivel cultural o educativo mayor que las personas marginadas.

Me refiero a todas aquellas voces que salen a pedir que no se deje entrar a la ciudad a "estos mierdas", que se haga "limpieza" y que critican el efecto llamada de ayudar a las personas. Esto también es violencia y es igual de reprobable que la otra. Bueno, quizá sea peor porque sale de personas que sí han tenido herramientas y oportunidades para ser mejores personas, y con esta violencia ponen más leña al fuego, más marginalidad y cierran las puertas que deberían estar siempre abiertas, las de la inclusión , la dignidad y las de una salida a las situaciones difíciles que vive la gente con pocos recursos.

Una violencia que alimenta el racismo y la aporofobia y que parte de una ceguera colectiva, porque parece que no vemos, o no queremos ver, lo que tenemos delante.

Que la raíz del problema está en la pobreza y la marginalidad, y en este tipo de delincuencia, quien la ejerce es a la vez víctima y en cómo prevenir a estas víctimas y detener las causas que las empujan a delinquir está la solución real ya largo plazo.

Que no dejar entrar, echar, controlar, vigilar, grabar con cámaras, menospreciar, hacer pasar hambre, degradar o insultar a las personas que se ven empujadas a estas situaciones nunca, repito, nunca, ha sido una solución. Como mucho mueve el problema de un sitio a otro y en muchos casos lo incrementa.

No olvidemos que nadie elige ser pobre o marginado. Son condiciones a las que se ve empujada la gente y que están en la raíz de muchas personas que se ven empujadas a las drogas y a delinquir. Otro tema son los delincuentes con corbata y aquellos que delinquen a pesar de estar integrados. Pero éstos son un tema aparte, y no se ven afectados por la violencia de la que hablo.

De las dos violencias os digo que la que más miedo me da es esta segunda, que nos empuja a una sociedad racista, nada empática, vengativa y donde no se cuidan a las personas sino que se castigan. Una sociedad donde el miedo al otro mueve a la gente a encerrarse, echar, insultar y no ayudar a quien más lo necesita.

manifestacion en Valls

Es justo en estos momentos donde nos toca elegir hacia dónde damos pasos, si caminando hacia una sociedad inclusiva que cuida de todas las personas o una donde cada uno se preocupa sólo de sus problemas y el miedo al otro no nos deja ver el drama humano que hay detrás de cada persona.

Hay que elegir si se ponen recursos en policía o en asistentes sociales, si se ponen en cámaras o en educación, si apostamos por oprimir aún más al oprimido o hacemos un ejercicio nada fácil de ponernos en la piel del otro.

Es fácil ser pacifista en tiempos de paz, ser conciliador cuando no hay conflicto, ser ecologista cuando no debo renunciar a confort, ser feminista cuando no debo renunciar a privilegios. Pero donde demostramos que realmente apostamos por una cultura de paz es cuando en medio del conflicto, en medio de la violencia, decidimos ser no violentos, cuando dejamos de tensar y oprimir y nos ponemos a trabajar para integrar y cuidar a todos.

Detengamos nuestra violencia, no nos dejemos perder en visiones populistas basadas en el miedo. Hay que replantear el modelo de sociedad de raíz, una sociedad capitalista que no cuida a las personas sino al capital, y que está en la raíz de las grandes desigualdades económicas y sociales.

No perdamos de vista que nuestro enemigo no es el delincuente sino la delincuencia, no es el pobre sino la pobreza, y sólo ayudando a la gente a salir de ella podremos decir que vivimos con dignidad y decencia.


Autor del artículo: Pere Vidal - Concejal de la CUP de Valls

Artículo de opinión publicado en distintos medios en el contexto de inseguridad y delincuencia en Valls.